Escapada en familia a Islandia en invierno, donde la naturaleza te abruma

Categorías Europa, Islandia, Top Ten, Viajes

Des de hace muchos días Islandia llamaba nuestra atención, veíamos fotos increíbles que nos hacían soñar con descubrir la tierra del fuego y el hielo.

Así que este año, para nuestro décimo aniversario, nos regalamos una escapada a la isla mágica. Son muy pocos días para lo que ofrece este hermoso país, pero preferimos una escapada de 4 días a Islandia que a Berlin. Así que vamos a hacer una pequeña aproximación y ya volveremos más adelante con más tiempo. A parte, es un más a más, no es EL viaje del año, así que tenemos un presupuesto ajustado.

Elegimos invierno por la posibilidad de admirar las magníficas auroras boreales en esas latitudes del plantea, pero el cielo no estuvo de nuestra parte y no pudimos disfrutarlas, así que un motivo más para volver.

Adoramos los paisajes nevados, el blanco de la nieve nos hipnotiza y la menor cantidad de turistas en esta época también es algo a tener en cuenta en una isla cada vez más famosa entre los viajeros ávidos de naturaleza en estado puro.

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Día 1 del Viaje a Islandia en invierno:

avion   Vuelo Barcelona – Keflavik, Islandia

carreteraRuta desde keflavik hasta Selfoss

hotel   Alojamiento en Selfoss: Gesthús Selfoss (si reserváis a través de este link tendréis 15 € de descuento)

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Como siempre, no facturamos las maletas, donde pudimos pasar comida y crampones sin problema, algo que nos preocupaba antes de partir.

Los crampones son imprescindibles si viajáis en invierno, se pueden encontrar por sólo 10 € y se amortizan sobradamente, así que haceros con unos antes del viaje y evitareis resbalones innecesarios y además son muy fáciles de poner y sacar por encima de las botas.

Y en cuanto a la comida, en el supermercado Bonus al que entramos a comprar, los precios no estaban tan desorbitados, así que se puede comprar comida allí sin problema, lo que es caro es comer en los restaurantes, así que dependerá de vuestro presupuesto si queréis invertir en que os sirvan la comida o si optáis por alojamientos que permitan cocinar y así ahorráis algunos euros.

El vuelo con Norweigan dura aproximadamente 4:45h que se hacen largas por las ganas de llegar, parece que esté más cerca, ¿no? Al ser low cost, no ofrecen nada durante el vuelo, ni comida ni pantallas ni nada, así que hay que tenerlo en cuenta sobretodo yendo con niños para ser previsores.

Una vez en Keflavik, hacemos los trámites del alquiler del coche en menos tiempo del que creíamos, nos dan el alzador para el peque y para el parquing a recoger el coche que hemos alquilado. Aquí también tuvimos algunas dudas de si valía la pena coger un 4×4 por ser invierno, pero al final lo descartamos y no tuvimos que arrepentirnos en ningún momento. Las carreteras principales por las que podamos ir los turistas en los pocos días que vamos a la isla están perfectamente limpias para poder circular con cualquier coche con neumáticos de invierno, obligatorios y que todas las agencias de alquiler de vehículos incluyen en sus tarifas. Las máquinas saca-nieves pasan continuamente así que bajo nuestro punto de vista, os podéis ahorrar ese plus.

También nos planteamos la opción de alquilar una furgo camper, pero siendo invierno, nos apetecía más una cabaña con más espacio, ya que las horas sin luz eran bastantes y preferimos un lugar donde estar realmente confortables en cuanto a temperatura.

Y en cuanto al seguimiento de la ruta, como ya no hay roaming en Europa, con cualquier aplicación de mapas como GoogleMaps, es fácil orientarse, todo está perfectamente indicado y los principales atractivos están al lado de la carretera principal, así que no hay pérdida.

Ya en el coche, descubrimos que además tiene calefacción en los asientos y en el volante, un detallazo que se agradece cuando entras helado de fuera.

Es el primer día y queremos aprovecharlo al máximo pero el invierno también reduce las horas de sol y por tanto, de luz, algo que hay que tener muy en cuenta y no nos da tiempo de mucho.

Llegamos a Selfoss donde tenemos el alojamiento, hacemos el checkin, damos el visto bueno a la cabaña y comemos algo rápido para seguir la ruta hacia el Círculo Dorado.

La primera parada la hacemos en unas pequeñas aguas termales que ilusos de nosotros pensábamos que estarían solitarias, nada más lejos de la realidad, son pequeñas y con poca gente quedan llenas, así que hacemos cuatro fotos y seguimos la ruta.

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Llegamos a la famosa cascada de Gullfoss cuando el sol empieza a esconderse… Nos dejamos maravillar entre las decenas de turistas que buscan el mejor ángulo para captar los millones de litros de agua que se precipitan por la doble cascada rodeada de nieve… La observamos des de abajo primero y luego subimos al mirador de arriba para verla en todo su esplendor, el ruido es ensordecedor, igual que el frío, así que apuramos los minutos y volvemos al coche.

La última parada de hoy es para el Geysir que da nombre a todos los géiseres del mundo. Un espectáculo para los sentidos. Esperamos pacientes que el agua salga disparada olvidándose de la gravedad por un momento y nos regale esa fuente altíssima que nos deja con la boca abierta. El peque alucina, no se cansa de ver saltar el agua y no quiere irse. Está anocheciendo, así que no nos queda más remedio que regresar al alojamiento y dar por terminadas las visitas de hoy. Una lástima porque hay muchos más atractivos en esta zona…

 

A pesar de llevar descargadas las app de Auroras Boreales (como Vedur), esta primera noche y las siguientes, el cielo está demasiado tapado para dejar ver ese baile de luces, así que nos resignamos y nos vamos a dormir prontito, estamos agotados.

 

Día 2 del Viaje a Islandia en invierno:

carreteraRuta desde Selfoss hasta Jokulsarlon

hotel   Alojamiento en Kirkjubæjarklaustur: Hotel Laki (si reserváis a través de este link tendréis 15 € de descuento)

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El segundo día es día de muchos kilómetros, más de 300 para llegar al mágico Jokulsarlon, a ratos lloviendo, a ratos nevando, pero el objetivo es demasiado atractivo como para no intentar llegar y verlo con nuestros propios ojos.

Paramos en alguna cascada del camino, pero no hace buen día y eso favorece que no hagamos muchas paradas. Así que llegamos al hermano pequeño de Jokulsarlon, el lago glaciar Fjallsárlón sobre las 16h de la tarde. Hace un viento tremendo, jamás habíamos sentido esa fuerza al soplar, pero ya nada nos detiene.

Nos volvemos a calzar los crampones, ¡bendita compra! Y nos adentramos en el glaciar para ver el lago. El parquing está justo al lado pero hay un pequeño repecho que no te permite verlo hasta que no estás arriba.

Soy la primera en llegar y la panorámica que veo me deja con la boca abierta, pero logro reaccionar y girarme enseguida para ver la cara de mi familia al ver este espectáculo de la naturaleza y sólo por eso, por la carita que se les queda a los dos al admirar los icebergs flotando en la laguna, ya ha valido la pena. Adoro ese instante. Adoro ver sus caras al maravillarse. Es una inyección de felicidad potentísima.

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El viento hace que las fotos salgan movidas, pero no importa, vivimos el momento intensamente, nos miramos a los ojos y no hace falta decir nada, estamos felices de estar aquí, juntos, en este magnífico entorno.

No hay tiempo que perder, el Sol baja a marchas forzadas y todavía tenemos que llegar a Jokulsarlon, así que volvemos al coche y seguimos un poquito más hasta llegar a la laguna glaciar más famosa de Islandia.

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No es para menos, es un lugar increíble, increíblemente bonito, los tonos azules de los icebergs son indescriptibles y la orilla está llena de trozos de hielo, la playa de los diamantes le llaman y el nombre le hace mucha justicia, es extraordinario estar aquí.

No podemos borrar nuestra sonrisa de los labios y recorremos la orilla para observar todos los rincones. Estamos atentos por si alguna foca saca su cabeza para saludar pero en eso tampoco tenemos suerte. No importa, los icebergs han subido a lo más alto en nuestra escala de preferencias para descubrir en los viajes, qué hermoso espectáculo.

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Este será el punto más lejano al que llegaremos, así que después de deleitarnos con esta maravilla, damos media vuelta y empezamos el retorno. Hemos cogido el hotel en un pueblo de nombre impronunciable, Skaftárhreppur a 1h 30min de la laguna, así mañana ya nos ahorramos este tramo.

En cuanto al alojamiento, hay que mirarlo con bastante antelación porque no hay mucha oferta y se llena rápido, y las opciones disponibles suelen ser las más caras.

Llegamos al hotel  de noche, muy amablemente nos ceden una habitación superior a la que habíamos reservado y hacemos el chekin rápidamente. La habitación es fantástica, así que nos damos una buena ducha calentita y a descansar.

 

Día 3 del Viaje a Islandia en invierno:

carreteraRuta desde Skaftárhreppur hasta Selfoss

hotel   Alojamiento en Selfoss: Gesthús Selfoss (si reserváis a través de este link tendréis 15 € de descuento)

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El desayuno está incluido así que por la mañana bajamos al restaurante donde nos espera un rico bufet libre con unas bonitas vistas.

Ya con la barriga llena, volvemos al coche y ponemos rumbo a Selfoss, donde dormiremos en el mismo alojamiento que a la ida.

Hoy tenemos algunas paradas previstas, la primera en el cañón Fjaðrárgljúfur, al llegar hace sol, pero de repente cambia el tiempo y se pone a nevar con ganas, ¡Islandia es así! El frío acelera nuestra visita y después de las fotos pertinentes, volvemos al confortable coche.

Fjaðrárgljúfur

La segunda parada del día es otro plato fuerte, el glaciar Sólheimajökull, nunca habíamos visto un glaciar y mucho menos lo habíamos pisado. Aquí hay que advertir que se pueden contratar excursiones muy interesantes pero a unos precios prohibitivos, más caras que el vuelo o el alojamiento.

Así que, por esta vez, las hemos descartado. Aún y así, queríamos acercarnos lo máximo posible a las lenguas de hielo, así que nos calzamos los crampones y empezamos a andar. Se ven grupos con casco y crampones de verdad guiados por expertos, pero empiezan en el mismo sitio donde estamos nosotros.

También hay que decir que la edad mínima está muy por encima de la de nuestro hijo, así que sería imposible realizarlas.

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Pasamos un par de tramos donde advierte de la peligrosidad del terreno y de la propia responsabilidad de andar por ahí, así que ponemos los 5 sentidos en cada paso hasta llegar a pisar con nuestros propios pies ese mar de hielo. Qué sensación, qué colores, qué texturas, es alucinante, parece de otro planeta.

Y es entonces cuando los glaciares hacen equipo con los icebergs y entran en nuestro top ten viajero.

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Sólo exploramos la base del glaciar, andamos algunos metros a la redonda para verlo des de diferentes perspectivas mientras vemos a los guías alejarse con sus excursionistas adinerados, de momento, nos conformamos con esto que ya nos parece demasiado fascinante.

Seguimos en ruta hasta la gran cascada de Skógafoss, aparcamos justo enfrente y comemos algo rápido. Salimos para verla de cerca pero sin empaparnos, qué bonita es.

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La siguiente parada la hacemos en otra cascada, esta vez la Seljalandsfoss donde en otras épocas se puede cruzar por debajo, pero no en invierno, el hielo y la nieve hacen este pequeño tramo inseguro y está prohibido el paso.

Llegados a este punto empieza a nevar con muchas ganas, el frío se hace notar y el viento parece que te clave agujas en el poco trozo de la cara que mantenemos descubierto, así que no nos queda más remedio que resguardarnos en el coche y descartar la cascada de al lado, la Gljúfrafoss.

Conducimos con precaución hasta Selfoss, donde nos dan la misma cálida cabaña que a la ida.

Es la última noche, así que mantenemos la esperanza de que el cielo se despeje para poder ver algo, pero no tenemos suerte y nos acostamos sin ver las auroras.

Con tan pocos días es muy difícil tener tanta suerte como para verlas pero había que intentarlo… Des de luego que en Barcelona nunca la veremos. Y es la excusa perfecta para volver. ¿No creéis?

 

Día 4 del Viaje a Islandia en invierno:

carretera Ruta desde Selfoss hasta keflavik

avion   Vuelo keflavik – Barcelona

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Nos levantamos tranquilamente, y ponemos rumbo al aeropuerto con mucha pena porque la aventura llega a su fin, pero muy agradecidos de haberla podido vivir. Sin duda, Islandia es un país que merece mucho la pena, la naturaleza está a otro nivel y te maravilla a cada paso.

Se puede ir perfectamente con niños, es muy seguro, sólo habría que tener en cuenta el tema de la indumentaria, más que nada en invierno. Camisetas y pantalones térmicos imprescindible, botas de montaña/nieve impermeables, ropa de esquí a poder ser y gorro (que cubra las orejas), guantes de nieve y bufanda y calcetines de nieve. Lo mismo para los adultos, la ropa puede hacer que el viaje sea odioso si pasáis frío así que mejor ir prevenidos. Y no olvidéis el bañador para las aguas termales!

También se comenta que las baterías de los móviles y las cámaras con el frío se gasta más rápido, así que nosotros nos llevamos cargador de coche y usb para poder ir cargando sobre la marcha, ocupa poco y te puede salvar de quedarte sin batería ante cualquier maravilla que quieras fotografiar.

Y por último, hay que tener en cuenta el precio de la gasolina, nosotros hicimos casi 1.000 km y el precio del crudo estaba en casi 2€/litro, así que es una parte importante del presupuesto también.

Esperamos haberos contagiado nuestras ganas de volver a Islandia, si tenéis cualquier duda… os esperamos en los comentarios 😉

Somos una familia con un niño de 9 años y dos perritas que adoran bañarse.
Nos encanta salir en furgo, el contacto con la naturaleza y descubrir juntos tierras lejanas... ¿nos acompañas?

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