Aterrizamos en Lisboa de noche, volvemos a ajustar el reloj y cogemos el metro para ir al hotel, llegamos en media horita, fantástica conexión.
Hacemos el check-in y hacia la habitación, es triple y tiene balcón, aunque lo mejor, es la ubicación, podremos ir andando a todas partes.
El sábado nos levantamos con ganas de conocer una nueva ciudad, así que empezamos a andar, compramos el almuerzo y nos acercamos al Jardim da Estrella donde hay un parque infantil donde mientras almorzamos el bebe juega entre leones y jirafas y pavos reales. Al salir del Jardín, ante la Basílica da Estrella hay el inicio del recorrido que hace el mítico tranvía 28, así que hacemos la cola pertinente y subimos al tranvía más famoso del país. Bajamos del tranvía y nos acercamos a la Sé de Lisboa, la Catedral, seguimos subiendo hasta el Castelo de San Jorge y nos perdemos entre los callejones del barrio de Alfama.
Bajamos hasta Rossio y la Avda. De Liberdade para comer en un restaurante tibetano que nos recomendaron los anfitriones de la casa rural de las Azores, así que comemos en Os Tibetanos y vamos a hacer una siestecita al hotel.
Después de escapar de las peores horas de calor, volvemos a salir para perdernos ahora por el Barrio Alto, disfrutamos de unas vistas privilegiadas desde el Miradouro de São Pedro de Alcântara y llegamos hasta el Covento do Carmo, ahora cerrado, tendremos que volver porque me quedo con las ganas de descubrir este lugar tan especial.
El domingo volvemos a almorzar en el parque del Jardim da Estrella y ponemos rumbo hacia el oeste para descubrir la Torre de Belem y el Mosteiro dos Jerónimos, está todo a tope y hace un calor horrible, así que no hacemos mucho el guiri y huimos a un lugar más tranquilo y auténtico.
Vamos al Village Undergroud Lisboa, un lugar muy especial donde podemos comer tranquilamente. Es un lugar ideal para ir con niños, tiene mucho espacio donde jugar sin peligros, tiene columpio y un skate park. Hay dos autobuses antiguos de dos pisos ensartados a unas vigas que hacen de bar, y hay diferentes containers que acogen estudios para artistas, que tienen sala de exposiciones e inspiración por todas partes, es un lugar auténtico, con alma. 100% recomendable
Por la tarde vamos al Parque Eduardo VII donde también hay un mirador espectacular y coincide con la feria del libro de Lisboa, así que nos perdemos entre libros manoseados y compramos un cuento en portugués de recuerdo. El peque no deja pasar la ocasión de jugar en el parque infantil que tiene tirolina y todo.
El lunes es el último día, lo tenemos que aprovechar al máximo! Vamos hacia el centro y nos acercamos bien temprano a comer a la marisqueria Uma, muy recomendada y que se llena enseguida. Comemos un arroz caldoso con marisco delicioso y con la barriga llena, disfrutamos de las vistas del elevador de Santa Justa y ahora sí es hora de volver al Convento do Carmo, donde entro fascinada porque un terremoto haya destruido el techo de la catedral y las paredes sigan intactas, le da un aire diferente y atractivo. Hago 4 fotos y andamos por Chiado sin rumbo.
La tarde se hace larga, puesto que el vuelo sale a las 21h, así que paramos a hacer tiempo en el Jardín do Príncipe Real donde el peque juega con otros niñ@s lisboetas.
Finalmente, recogemos las mochilas en el hotel y volvemos en metro hacia el aeropuerto donde el avión se vuelve a atrasar y nos hace llegar a Barcelona pasada la media noche. Solo queda tiempo de coger un taxi para llegar a casa lo antes posible, que al día siguiente tenemos que trabajar.
Han sido 3 días para disfrutar de Lisboa en familia, nos ha gustado la ciudad, a pesar de que tiene este aire decadente, tiene toques modernos suficientes atractivos que hacen una mezcla bonita y peculiar. El colofón final a un viaje que iniciamos en Porto, nos llevó hasta São Miguel, en las Azores y que termina en la capital portuguesa, Lisboa.