La ventana del avión nos mostraba la mejor estampa aérea de la isla, lagos en cráteres volcánicos y acantilados en la costa, un trozo de tierra verde en medio del azul oceánico… ¡Bienvenidos a las Azores!
Esta vez el reloj marcaba dos horas menos que en casa,
al bajar del avión nos esperaba una persona del alojamiento «Quinta dos Bravos» con el cartel con nuestro nombre y un taxi que nos llevaría hasta el hotel.
Una vez ubicados, cogemos el coche que hemos alquilado para recorrer São Miguel y mientras el sol se esconde detrás del mar, nos dirigimos a Ribeira Grande para cenar algo, no es fácil, no se ve mucho ambiente ni muchas opciones para escoger, así que cenamos una pizza en cualquier lugar y volvemos al hotel a descansar, otra cama king size, qué gusto dormir los 3 juntos con estas dimensiones!
Al día siguiente decidimos ir a descubrir la Caldeira Velha, es un lugar precioso, árboles altísimos, todo verde y cuidado al máximo y donde se pueden tomar baños termales en las piscinas naturales habilitadas, una con cascada incluida. Interiormente pienso que empezamos demasiado bien, que si el primer día ya les enseño estas maravillas de las Azores a mis chicos, el listón estará demasiado alto!
Hemos olvidado el bañador, no nos volverá a pasar, se tiene que hacer una mochila con los bañadores, chanclas y toallas y llevarla siempre en el coche, no se sabe nunca donde te podrás dar un bañito! La entrada son 2 € pero pagas gustos@ cuando ves lo cuidado que está todo.
Después nos acercamos a ver el Salto do Cabrito, está indicado en la carretera de acceso a Caldeira Velha, así que estacionamos el coche donde podemos y después de andar por una gran rampa descendente, llegamos a la increíble cascada entre rocas, 40 metros de caída que impresionan. Lo disfrutamos desde bajo y después trepamos escaleras arriba donde hay un camino equipado con pasarelas para contemplarlo desde arriba.
Para comer nos acercamos a la capital de las Azores, Ponta Delgada donde hay bastante movimiento por el rally de coches que se está celebrando. Aprovechamos para informarnos y reservar la famosa excursión para ver delfines y ballenas.
La tarde la dedicamos a la piscina del hotel, toda para nosotros.
El domingo nos desplazamos hasta Faial da Tierra en la zona sudeste de la isla para realizar la excursión de 4’5 km hasta el Salto do Ruego, la cascada no es especialmente espectacular, a pesar de sus 8 metros y la cantidad de agua que baja, lo mejor es el camino, un sendero entre abundante vegetación que parece que estés en la selva. Nos encantó. El salto de agua se puede visitar tanto desde bajo, donde te puedes bañar y todo, como desde arriba.
Nos desplazamos hasta Povoação para comer y la tarde la volvemos a dedicar al agua.
El lunes con la barriga llena después de los deliciosos almuerzos que nos ofrecen en el hotel, nos dirigimos hacia Furnas, Furnas es una población rica en caldeiras, charcos de agua hirviendo que desprenden aquel olor tan especial y que en esta población incluso lo utilizan para cocinar, es típico esconder las ollas dentro de estas piscinitas para cocinar el cocido.
Pues eso, aparcamos el coche en el parking, donde nos da la bienvenida un grafiti del gran Banksy y damos una vuelta por el pueblo entre caldeiras que sacan humo, es increíble que la actividad volcánica no vaya a más y se limite a hacer hervir solo una pequeña parte de la isla…
Después de las fumarolas, vamos hacia el Lago de Furnas, lo bordeamos hasta la curiosa y bonita Capilla de las Victorias y nos adentramos, después de pagar 4 € los adultos en Mata – Jardim José do canto, el camino como siempre es fantástico, una jungla verde preciosa, esta vez incluso atravesamos un bosque de sequoies increíble, en cada paso que hacen nuestros pies, los sentidos se maravillan todavía más, me encanta.
Esta caminata nos lleva hasta otra cascada el Salto do Rosal que ha sufrido algún desprendimento últimamente porque el acceso está lleno de grandes árboles por el medio que todavía le dan un aire más salvaje.
Justo es decir que durante las excursiones no nos cruzamos con casi nadie y esto también se agradece, poder disfrutar de estos espacios sin aglomeraciones le da un plus incalculable.
Comemos en Furnas, donde descubrimos por casualidad una casa del revés y nos acercamos a Villafranca do Campo para observar la isla cráter que hay justo delante y ver las posibilidades de llegar en barca durante esta época. Solo durante el verano y con buenas condiciones meteorológicas hay una embarcación que hace los traslados por 5 € por persona. Pasamos la tarde entre patos hambrientos de migas de pan en la misma población de Villafranca.
Al día siguiente se levanta el día muy encapotado y el anfitrión de la casa rural donde nos alojamos nos sugiere que vayamos a las piscinas termales, que aquí en Azores cuando hace mal día, es un plan ideal. Así que con algunas dudas de si será bastante seguro bañarse al aire libre con la lluvia o si nos moriremos de frío, conducimos otra vez hasta la localidad de Furnas para ir a la Poça Beija, no somos los únicos que hemos elegido esta opción, pagamos los 4 € de entrada los adultos y 3’5 los niños + 1 € por la taquilla, nos ponemos los bañadores y andamos bajo la lluvia para sumergirnos dentro de las aguas termales que están a 39 °
Hay otra piscina de aguas termales de un color marrón no muy atractivo, que nos desaconsejan yendo con el bebe porque en caso de accidente, no ves donde está sumergido el niño.
No aguantamos mucho rato dentro del agua caliente, al final la sensación de calor es demasiado y ponemos fin a la experiencia. El día no acaba de mejorar, así que decidimos ir hasta Ponta Delgada, comemos en un vegetariano buenísimo Rotas da Ilha Verde y vamos a visitar la cueva volcánica Gruta do Carvão. Es un recorrido de 45 minutos, la explicación es en inglés o portugués y es una cueva curiosa para ser de origen volcánico, es la más oscura que hemos visitado, la zona habilitada es pequeña y no es especialmente atractiva, aunque es un plan B para días de lluvia.
Cuando el día parecía que se aclaraba, decidimos subir hasta el mirador Vista do Rey para intentar divisar los dos lagos más famosos de la isla, pero la niebla hizo acto de presencia y no pudimos disfrutar de las vistas como es debido. Aprovechamos para curiosear el hotel abandonado que hay en lo alto, es curioso que estando en un emplazamiento tan privilegiado, no esté en funcionamiento. Son aquellos lugares especiales por el atractivo y la inseguridad, porque todo está medio cayendo…
Hacemos la vuelta hacia el hotel recorriendo la cuesta noroeste, entre islotes y acantilados.
Al día siguiente era el que mejor climatología indicaba el calendario que manejan todas las empresas de avistamiento de animales, y teníamos la reserva para las 8:30h de la mañana.
La empresa elegida entre las decenas que hay que ofrecen básicamente lo mismo y por el mismo precio, es Picos de Aventura y quedamos muy contentos. Primero dan una explicación sobre seguridad y sobre los animales que se pueden ver y como lo hacen para localizarlos, etc, aprovechamos para tomar la biodramina (también hay biodramina infantil) por no amargarnos el viaje y poder disfrutar del espectáculo (del último trayecto en barco volviendo de Zanzíbar tenemos muy mal recuerdo por el tema del mareo y no queríamos que se repitiera).
Llega la hora de ponerse el chaleco salva-vidas y subir a la embarcación. Nosotros al ir con un niño pequeño nos indicaron desde el principio que iríamos con una barca de fibra, que son más seguras que las típicas zodiac de goma.
Así que nos acomodamos y empezamos a saltar por encima de las olas, en la barca hay también un grupo de niños que se emocionan cada vez que picamos contra las olas y gritan, el bebe no les saca el ojo de encima, hasta que el biólogo de Picos de Aventura, que resulta ser vasco y nos hace todas las explicaciones personalizadas en castellano, avisa de que un grupo de delfines nada a nuestro lado.
Menudo subidón, nos miramos y nos sabemos afortunados de poder ver estos animales en su hábitat natural, de poder ofrecer a nuestro hijo esta experiencia tan bonita en las Azores. Disfrutamos un buen rato de los delfines juguetones que saltan entre las olas… a pesar de que me es muy difícil hacer un video decente donde se aprecie bien el espectáculo, tenéis que vivir esta experiencia, 100% recomendable 😉
Continuamos adentrándonos mar adentro en busca de los grandes cetáceos, sabíamos de la dificultad para encontrar estos enormes mamíferos, así que tomamos paciencia y no sacamos los ojos del agua en busca de un surtidor que nos indique que una ballena sale a la superficie a respirar. De camino, nos encontramos al animal más complicado de ver, la tartaruga (en portugués), vimos nadar junto a la barca una tortuga marina, parece pequeña dentro de aquella inmensidad oceánica… qué ilusión! Fijaros bien:
Y por último, el biólogo anuncia que hay ballenas bajo el agua, agudizamos la vista, vamos siguiendo las marcas en el agua que dejan con la cola al nadar y finalmente, podemos ver también ballenas! Qué maravilla! No saltan ante nosotros ni hacen grandes espectáculos, pero podemos apreciarlas y grabar por siempre jamás aquellas imágenes en nuestra memoria. El bebe está emocionadísimo, además, de vuelta hacia tierra volvemos a ver otro grupo de delfines que sí que se dejan ver haciendo saltos ante nosotros, un final fantástico para un tour en familia inolvidable surcando las aguas de las Azores.
Siguiendo con la meteorología espléndida, nos apresuramos a subir otro vez al mirador Vista do Rey y esta vez sí, podemos disfrutar de una de las mejores vistas de la isla, de los lagos de Sete Cidades, el lago azul y el lago verde, una delicia para los sentidos.
Ahora nos dirigimos al Lago do Fogo, que el biólogo nos ha dicho que era su favorito, así que nos acercamos y realmente, tenía razón, es un lugar maravilloso, qué colores! La naturaleza en estado puro, formidable.
Tenemos tiempo de acercarnos también hasta el Parque Ribeira dos Caldeirões, donde hay 3 magníficas cascadas de agua con sus correspondientes molinos para admirar. El paseo es corto y venir expresamente tampoco es imprescindible, si no tenéis mucho tiempo, priorizáis otros lugares más naturales y fascinantes.
Volvemos a relajarnos a la piscina del alojamiento y al día siguiente nos desplazamos hacia Villafranca do Campo para ir hasta la isla que hay delante, es impresionante la forma que tiene de cráter de volcán redondo, cubierto de agua de mar y rodeado de verde, otra vez la naturaleza nos cautiva.
Un pequeño bote acerca a los bañistas cada hora hasta la isla. En 5 minutos se llega y empezamos a investigar, hay un pequeño sendero que recorre el borde del agua que está llena de lagartijas que toman el solo, llegamos hasta el agua pero el bebe no está nada acostumbrado a la playa y a las olas del mar y no acaba de estar convencido de meterse, la temperatura del agua tampoco ayuda, así que pone tímidamente los piececitos aferrado a nuestra mano y rápidamente prefiere jugar con la arena. No nos estamos mucho rato, es un islote pequeño que rápidamente se visita y si él no quiere bañarse no seremos nosotros quien invertamos nuestro tiempo en una playa, ya lo sabéis somos claramente de río y de montaña 🙂
Volvemos a tierra firme y vamos a comer a la Asociación Agrícola, famosa por la calidad de su carne, realmente, la ternera con papaya está para chuparse los dedos! Aquí también hay que reservar con antelación porque a pesar de ser grande, siempre está lleno de locales.
Por la tarde vamos otra vez hacia la zona oeste para conocer la Sierra Devassa a pesar de que la climatología no acompaña y entre el viento y la niebla, realizamos solo una parte del sendero.
Para que Azores sea así de verde, es imprescibdible la lluvia, por lo que es una compañera más del viaje 😉
Viernes, último día en la isla, nos levantamos con nostalgia porque podríamos quedarnos una semana más explorando la isla, pero Lisboa nos espera, así que recogemos las cosas de la habitación y dedicamos la mañana a visitar el Lagoa do Congro, es una ruta muy corta hasta un lago inmerso en la natura, rodeado de altos árboles y musgo por todas partes.
Para comer vamos al centro comercial Atlantico de Ponta Delgada donde nos sorprende la gran zona para atender a los bebes, tanto para amamantarlos, cambiarlos… es ideal! Nosotros no somos de ir a centros comerciales y quizás esto existe en nuestro país, pero nos sorprendió muy gratamente que haya este espacio pensado para los más pequeños y sus familias.
Apuramos los últimos minutos en el aeropuerto, donde el vuelo se vuelve a retrasar, nos despedimos finalmente de Azores y volamos por la noche hacia Lisboa donde pasaremos las próximas 3 noches.